A la hora de implantar Lean en una empresa hay que destacar 3 consideraciones importantes para evitar el fracaso:
1. Lean no es un fin en sí mismo, sino una manera de estructurar el funcionamiento de la empresa para que lleve a cabo su objetivo fundacional según parámetros de auténtica Excelencia Operativa. Por lo tanto, lo primero es entender cuál es dicho objetivo fundacional, la finalidad, la razón de ser de la empresa; en definitiva, su misión y su visión, además de sus valores o cultura corporativa. Todo lo que se haga, por tanto, debe quedar enmarcado en este paradigma. Todo lo que se haga, por tanto, debe quedar enmarcado en este paradigma.
2. Una vez decidido el cambio hacia el Lean, la Dirección de la empresa debe conseguir el compromiso de toda la organización hacia el objetivo marcado, sin considerarlo un mero retoque superficial sino un completo cambio cultural que ha de ser sostenido y sostenible. Sin tal convicción el resultado será, en el mejor de los casos, mediocre y de escasa duración.
3. La implantación de la cultura Lean es un proceso largo que requiere implicación, formación, toma de decisiones, reorganización, cambio de paradigmas, etc. El primer paso es un análisis interno y externo muy detallado que permita detectar dónde están los principales problemas a resolver y cuáles serían las “zonas piloto” ideales para iniciar el cambio. Implantar herramientas concretas de Lean, simplemente porque se usan en otras empresas o sus nombres son conocidos o parecen estar “de moda” es un error que se pagará muy caro.